En diferentes épocas y lugares, la masonería ha despertado curiosidad, admiración e incluso desconfianza. Muchas veces se habla de ella desde el desconocimiento, generando mitos y falsas ideas. Para entender mejor su esencia, es importante aclarar qué no es esta institución.
No es una religión
La masonería no sustituye ni contradice ninguna fe. Aunque pide a sus miembros la creencia en un Ser Supremo, conocido simbólicamente como el Gran Arquitecto del Universo, no impone dogmas ni prácticas religiosas. Cada masón es libre de profesar su religión según sus convicciones personales.
No es un partido político
Dentro de las logias no se debaten ideologías partidistas. La institución busca la fraternidad y el respeto entre personas de distintas tendencias, promoviendo la tolerancia y la libertad de pensamiento.
No es una secta secreta
Más que secreta, la masonería es discreta. Sus principios, historia y valores son públicos, pero sus rituales y símbolos son reservados para sus miembros, como parte de un proceso iniciático y formativo.
No es un medio de enriquecimiento
Si bien fomenta la ayuda mutua y la solidaridad, la masonería no es una sociedad de favores económicos ni un club de negocios. Su objetivo central es el perfeccionamiento moral, intelectual y espiritual del individuo.
No es un simple club social
Aunque existe camaradería y amistad, la masonería va más allá de un espacio de encuentro. Es una escuela de formación ética, filosófica y simbólica que invita a sus miembros a reflexionar sobre la vida y a trabajar por el bien de la sociedad.


